El Teniente Ruiz, el otro Héroe del 2 de Mayo
Guardando reposo y con altas fiebres, el Teniente Ruiz no dudó en unirse al levantamiento popular del 2 de Mayo de 1808 para enfrentarse al enemigo francés.
Aunque su nombre no sea tan conocido como el de otros líderes y combatientes de la época, como los capitanes Daoiz y Velarde, su papel en la lucha contra los invasores franceses en el 2 de mayo de 1808 fue fundamental.
El Teniente Ruiz en el 2 de Mayo
El 2 de mayo de 1808 es una fecha clave en la historia de España. Ese día, el pueblo de Madrid se levantó contra las tropas francesas que habían ocupado la ciudad, en un acto de valentía y determinación que se convirtió en un símbolo de la resistencia española frente a la invasión napoleónica.
Entre los muchos héroes que lucharon en esta épica jornada se encuentra Jacinto Ruiz y Mendoza, más conocido históricamente como el Teniente Ruiz. Este joven oficial del Ejército español, ceutí de nacimiento, se encontraba en Madrid en aquel momento y no dudó en unirse al levantamiento popular contra los franceses, decisión totalmente contraria a las directrices marcadas por Francisco Xavier Negrete, capitán general de esta Plaza, quien ordenó mantener a las tropas en sus cuarteles y no ayudar a los sublevados.
Durante la jornada, el Teniente Jacinto Ruiz se encontraba enfermo, indispuesto por altas fiebres pero, a pesar de este malestar, se unió al resto de soldados del antiguo acuartelamiento ubicado en la Calle Ancha de San Bernardo, actual calle de San Bernardo, para más tarde ser enviados al famoso Cuartel de Monteleón, actual plaza del 2 de mayo, donde tuvo lugar la heroica batalla por todos conocida.
Tras una trifulca con un regimiento francés a las puertas del cuartel, las tropas de Ruiz logran desarmar y arrestar al contingente francés, desencadenando así una rápida respuesta por parte de los franceses.
Una nueva división del Ejército francés entra en escena con 2.000 efectivos con gran armamento dispuestos a apoderarse del cuartel de Monteleón, defendido por poco más de 100 soldados españoles y 5 cañones. Al frente de uno de ellos estuvo Ruiz debido a su destreza con estas armas demostrada en el Real Cuerpo de Artillería en el Campo de Gibraltar.
Durante más de 3 horas de combate, los hombres liderados por los capitanes Daoiz y Velarde logran contener los continuos ataques de los 2.000 franceses.
Durante la cruenta batalla el Teniente Ruiz es alcanzado en el brazo izquierdo por una bala, lo que le lleva a abandonar momentáneamente su puesto para ser atendido. Ruiz vuelve rápidamente al cañón tras serle colocado un pañuelo para cortarle la hemorragia.
Minutos más tarde, el enemigo trata de fraguar una supuesta tregua con los capitanes al mando del cuartel de Monteleón con el único fin de ganar tiempo para dar la estocada final con la llegada de un nuevo regimiento francés que pretendía aplastar a los soldados y voluntarios españoles que aún quedaban en pie.
Los capitanes Daoiz y Velarde estudian la propuesta pero Ruiz vuelve a tomar protagonismo y les hace ver que mientras estén negociando el enemigo se acerca a su posición, por lo que continua disparando.
Esta decisión del Teniente Ruiz logra retrasar la entrada de los franceses en el cuartel donde aún resisten decenas de combatientes.
Como si de una guerra de desgaste se tratara, con un arsenal muy superior al de la resistencia madrileña y multiplicando por veinte sus efectivos, finalmente los invasores franceses asaltan las puertas del cuartel de Monteleón, acabando con la vida de los heroicos capitanes Daoiz y Velarde, entre otros muchos.
En este momento, rodeado por una multitud de cadáveres y envuelto en el humo de los cañonazos, el Teniente Ruiz es alcanzado por una bala que le atraviesa el tórax, entrando salvajemente por su espalda y saliendo por el pecho.
Aunque se le dio por muerto, un médico francés pudo comprobar que seguía con vida y comenzó a curar sus graves heridas.
Huida de Madrid y participación en otras batallas de la Guerra de Independencia
Según avanzaba en su recuperación, Ruiz era consciente de que los franceses tomarían represalias contra él por haber defendido la Plaza junto al levantamiento popular, por lo que comenzó a planear la huida hacia Extremadura.
Todavía convaleciente y con su herida de bala sin cicatrizar el teniente se fugó de la capital junto con varios ayudantes hacia Badajoz, donde fue vitoreado a su llegada y ayudado en su recuperación.
Durante los siguientes meses, Ruiz ocupó diversos puestos militares en Extremadura, Cataluña y Mallorca, y participó en varias batallas de la Guerra de Independencia en Burgos, Almaraz, Toledo y Cáceres.
Finalmente fallece el 13 de marzo de 1809 en Trujillo, recibiendo cristiana sepultura un día después en la parroquia de San Martín de la misma ciudad.
Jacinto Ruiz, el héroe olvidado
Mientras que a los capitanes Daoiz y Velarde se les reconoció su heroica acción por Decreto en 1812, se les erigió un monumento frente al Colegio de Artillería de Segovia y se les concedieron títulos nobiliarios a sus descendientes, el Teniente Ruiz cayó en el más absoluto olvido. Una muestra más de cómo España ha tratado a sus héroes a lo largo de la historia.
Ni las continuas quejas de su padre ante el rey Fernando VII en 1814 sirvieron para que la gesta de Ruiz fuera reconocida.
No obstante, algunos escritores de la época publicaron artículos sobre los hechos acaecidos en Monteleón, donde resaltaban las acciones del Teniente Jacinto Ruiz.
Más adelante, tras estudiar en detalle lo sucedido en el cuartel con ayuda de los supervivientes del 2 de mayo para realizar el expediente del suceso, se propuso al Rey que se compensara a los descendientes de Ruiz y, ya en 1815, se firmó una Real Orden por la cual se recompensaban sus servicios en su hermano, incluyendo un ascenso a subteniente, y la concesión de algunas ayudas para su hermana y su madre. A su padre, que tanto insistió en el reconocimiento de su hijo, le fue enviada en 1818 una medalla de Honor y Distinción para los parientes de las víctimas del 2 de mayo.
La estatua del Teniente Ruiz
80 años después llega el reconocimiento y se levanta la estatua en la Plaza del Rey de Madrid.
El 2 de mayo de 1888 el teniente Alcántara Berenguer firma un artículo titulado “Homenaje a un mártir olvidado de nuestra independencia”, en el periódico El Ejército Español, en el cual ensalza la figura de Ruiz relatando lo sucedido en 1808 y pide que se erija un monumento para su persona.
Tras el revuelo provocado en el seno del Ejército tras estas palabras, finalmente el general Martínez Campos promueve la recaudación de fondos para levantar dicho monumento.
Aunque en ese momento se encontraba en su taller de Roma, donde trabajaba con suma excelencia el mármol de Carrara, el escultor valenciano Mariano Benlliure fue llamado para ejecutar esta obra, la cual sería una de las muchas que acabaría teniendo a lo largo y ancho de la capital, como el Monumento a Alfonso XII, comúnmente conocido como el Mirador del Retiro.
El trabajo de Benlliure es exquisito en todos sus detalles. Podemos observar cómo juega con la pose del teniente, otorgándole un claro estilo propio de las esculturas francesas, e incluso llega a vestirle con la indumentaria del ejército galo en una clara referencia al enemigo que casi acaba con su vida.
Como en toda escultura de Mariano Benlliure, el pedestal es toda una obra de arte.
En este caso lo decora con varias inscripciones que hacen referencia a su nombre, rango y reconocimiento por su valentía aquel 2 de mayo, pero también incorpora los cañones que usó durante la batalla a modo de columnas en sus esquinas.